Como ya sabemos, la lactancia materna tiene que ser siempre a demanda del bebé. No obstante, ésta no es siempre igual ya que pueden haber problemas de agarre o incluso mastitis u otros. Lo que hay que tener claro es que, durante sus primeras semanas de vida, el bebé tomará leche de manera muy frecuente y la tomas serán bastante duraderas. Conforme se haga más mayor tendrá más fuerza y sabrá mamar perfectamente.
¿Y qué pasa cuando se producen estas crisis de lactancia? Te lo explicamos a continuación.
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¿Qué es la crisis de lactancia?
Las crisis de lactancia o brotes de crecimiento suelen aparecer cuando la demanda de leche es mayor. De hecho, según la edad del bebé se pueden crear varias crisis de lactancia en un mismo período de tiempo.
Los brotes de crecimiento aparecen cuando el peque te pide mamar constantemente, que puede llevar a que la madre abandone la lactancia materna por estrés o agobio. Puede pasar que, de repente, el bebé quiera tomar leche de manera muy frecuente pero que parezca no saciarse del todo.
¿Cuándo ocurren las crisis de lactancia?
Durante los primeros meses de vida, en esta crisis los bebés quieren mamar todo el día sin interrupción, no permiten a la madre descansar, no se desenganchan del pecho de la madre y ésta siente que tiene los pechos muy blandos, por lo que cree que ya no tiene leche.
Crisis de lactancia al mes y medio de vida
En el primer mes y medio de vida y durante la crisis de lactancia, los bebés tienden a tirar del pezón, maman de manera muy inquieta y lloriqueando y se arquean tensando la espalda y las piernas.
Se cree que en este periodo de tiempo la madre empieza a fabricar leche más madura, por lo que ésta adquiere un sabor más salado. No obstante, en pocos días la leche vuelve a tener el sabor de siempre y se normaliza.
Crisis de lactancia a los 3 meses de vida
Algunas de los aspectos que te pueden hacer sospechas sobre la crisis de lactancia a los 3 meses de vida del bebé son los siguientes:
- El bebé termina la toma en dos o tres minutos, ya que ha aprendido a hacerlo rápido.
- Llora o incluso protesta los primeros minutos, al empezar a mamar.
- El peque encuentra mucho más divertida cualquier otra cosa que no sea mamar. Se distrae con una mosca.
- La madre se sigue notando el pecho más blanco, por lo que cree que ya no tiene leche.
En este periodo de tiempo, el bebé mamará con tranquilidad durante la noche o durante la siesta, época del día en la que se suelen hacer las tomas más largas.
A partir del tercer mes, y sobre todo durante el cuarto, la leche la madre ya no sigue teniendo un sabor diferentes. Aquí los bebés tienen más despertares nocturnos para demandar alguna toma y la madre cree que el peque se queda con hambre. Es entonces cuando suelen aconsejar que empiece a introducirle la leche de fórmula sola o con cereales.
Crisis de lactancia al año de vida
¿Puede cumplir el año y seguir con la crisis de lactancia? ¡Y tanto que sí! Los peques empiezan a dejar de comer la cantidad de sólidos que comían hasta ahora. Esto se debe a que frenan un poco la velocidad de crecimiento que llevaban hasta ahora, por lo que dejan de comer. No obstante, siguen pidiendo leche de la madre ya que cubren todas sus necesidades nutricionales.
Crisis de lactancia a los 2 años de vida
En esta época, te darás cuenta que el bebé no pide teta, sino que la exige, por lo tanto la madre se acaba sintiendo agobiada por la situación y el comportamiento demandante del peque. Piensa que para él tomar pecho es sus refugio, por lo tanto te aconsejamos que estés a su ladoo en todo momento hasta que todo esto se pase.
Consejos para superar la crisis de lactancia
Te damos algunos consejos para poder superar la crisis de lactancia, sin trastornar al bebé ni a ti misma:
- No esperes a que el bebé se ponga a llorar para darle el pecho. Evita cualquier situación que pueda crearle estrés o inquietud.
- Ten mucha paciencia. Un consejo muy habitual, pero realmente efectivo. La crisis acabará desapareciendo cuando menos te lo esperes.
- Cuando el bebé está en plena crisis, suele ser muy útil darle el pecho con poca luz y en silencio, sin ruidos que puedan distraerle. Lo mejor es evitar estímulos externos que puedas llegar a ser molestos.
También es aconsejable que se lo comentes a tú médico o al pediatra de tu bebé.